Los biodistritos, también llamados distritos biológicos, son una forma de administrar y regentar un territorio concreto. En ellos, ciudadanos, instituciones, agricultores y otros actores de la cadena agrícola y alimentaria, pactan en consenso un sistema participativo en un entorno de desarrollo local, teniendo como una de sus bases la agricultura orgánica o ecológica.
El concepto biodistrito está ligado a la sostenibilidad agroalimentaria propulsada por la Unión Europea. Y como consecuencia, en el caso de España, por ejemplo, cada comunidad promueve y establece reglamentaciones concretas que dote a dichos territorios rurales de seguridad funcional.
Siguiendo con un ejemplo, la Junta de Andalucía, describe qué son los biodistritos como “un área geográfica en la que se articulan y dinamizan mercados de proximidad, se crean redes alimentarias entre productores y consumidores, así como otras actividades de dinamización agroecológica, aumentando la producción y consumo de modo coordinado, ajustando la oferta y la demanda local, programando cultivos en función de la demanda interna y mejorando los márgenes de los operadores”.
Este concepto prolifera en iniciativas por todo el territorio nacional español, dándose casos, aunque con las debidas diferencias, de experiencias similares.
Por tanto, hablamos de espacios geográficos, aptos para la agricultura ecológica, con el objetivo de en producciones orgánicas que involucran todos los eslabones de la cadena de suministro hasta el consumo.
La agricultura ecológica como herramienta clave en los biodistritos.
Al margen de las diferencias territoriales y culturales que distinguen los diferentes biodistritos, la agricultura orgánica es considerada la herramienta clave para dinamizar la economía local y mantener o mejorar la calidad de las áreas donde operan.
Estos, también cobran cada día más importancia en relación con el campo agroecológico, porque se crean agroecosistemas donde se recuperan variedades autóctonas, así como cultivo de especies de interés local, y con ellos se afianza la biodiversidad.
La importancia de las cadenas de cultivo, distribución y suministro de frutas y hortalizas locales, con la integración de otras cadenas como el turismo y la artesanía; La relación e implicación con las administraciones locales; Y la implicación y sensibilización de los ciudadanos que pueden determinar un impacto en su territorio, son también algunos de los pilares sobre los que se asientan los biodistritos.
Sin duda, la evolución de las normas sobre agricultura ecológica y en Europa por la Estrategia Farm to Fork, alimentan el interés por la puesta en marcha de estos distritos biológicos, si bien, la implicación de los Municipios se considera fundamental para que el enfoque de sostenibilidad proporcione verdaderas acciones de cambio.