Bioestimulantes de plantas

Bioestimulantes de plantas

La especialidad agrícola de bioestimulantes de plantas es la definición según el Reglamento (EU) 2019/1009 en la Categoría Funcional de Productos CFP6.

La especialidad agrícola de bioestimulantes de plantas es la definición que se ha utilizado por el Reglamento (EU) 2019/1009 sobre productos fertilizantes publicado en junio de 2019, incluido en una nueva Categorías Funcionales de Productos CFP6: Bioestimulantes de plantas.

Esta Reglamento (EU) 2019/1009 sustituyó al anterior Reglamento (CE) 2003/2003 (en aplicación hasta junio de 2022). En él se incluyen todos los productos fertilizantes y agronutricionales en 7 grupos según su función (denominados Categorías Funcionales de Productos o CFP):

  • CFP1: Abono o fertilizante (inorgánico, órgano-mineral y orgánico).
  • CFP2: Enmiendas caliza.
  • CFP3: Enmiendas del suelo.
  • CFP4: Sustratos de cultivo.
  • CFP5: Inhibidores.
  • CFP6: Bioestimulantes de plantas.
  • CFP7: Mezcla de productos fertilizantes.

A partí de ese momento, la denominación oficial y, por lo tanto, correcta para definir esta especialidad de productos agrícolas, se le denominan bioestimulantes de plantas, si bien, popularmente se viene definiendo a ella como bioestimulantes agrícolas. Esta definición, también da nombre a esta revista online especializada en información en torno a sector de los bioestimulantes: Bioestimulantesagricolas.net.

Los bioestimulantes de plantas en el tiempo.

Haciendo una breve historia de los bioestimulantes de plantas en el tiempo, vemos que estos han estado presentes como tal desde siglos, cuando se utilizaba las algas como enmiendas orgánicas en zonas agrícolas costeras, porque veían que, con su aportación al terreno, los cultivos se desarrollaban mejor.

Si nos centramos en etapas más recientes y ya con un conocimiento más técnico sobre los fertilizantes, es a partir de la década 80 del siglo XX, cuando aparecieron con fuerza en el mercado los denominados agronutrientes, pasando de los tradicionales abonos minerales NPK con o sin mezclas, a formulados mucho más técnicos y complejos que permitían mejorar los cultivos de alto rendimiento, tanto intensivos como extensivos.

En el avance en la investigación, desarrollo e innovación de estos productos, además de correctores de carencias y nutrición vegetal en sí, aparecieron los primeros productos que contribuían a que las plantas mejorasen en aspectos como un mejor aprovechamiento de humedad y nutrientes del suelo, mejor resistencia ante el estrés hídrico y térmico, incluso resistencias notables ante determinados problemas fitosanitarios.

Estos nuevos productos fueron denominados inicialmente fitofortificantes y en esos tiempos no los contemplaba adecuadamente la legislación. En una búsqueda por encontrar su espacio legal, pasaron a hacerlo bajo otras terminologías como, por ejemplo, OMDF (Otros Medios de Defensa Vegetal), pero sin llegar a un acuerdo dentro del marco legislativo.

Finalmente, con la culminación primero de un Reglamento español y después de la normativa europea, en junio de 2019 se publicó el Reglamento (EU) 2019/1009 sobre productos fertilizantes, sustituyendo al anterior Reglamento (CE) 2003/2003 en aplicación hasta junio de 2022. Y fue entonces, cuando se incluyen dentro de los 7 grupos según su función, denominados Categorías Funcionales de Productos o CFP, y en concreto, en el grupo CFP6: Bioestimulantes de plantas.

¿Qué son los bioestimulantes de plantas?

Actualmente, la legislación define de forma técnica y clara qué son los bioestimulantes de plantas, y la hace con la definición: «son productos cuya función consista en estimular los procesos de nutrición de las plantas con independencia del contenido de nutrientes del producto, con el único objetivo de mejorar una o varias de las siguientes características de las plantas y su rizosfera: la eficiencia en el uso de los nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico, las características de calidad, o la disponibilidad de nutrientes inmovilizados en el suelo y la rizosfera”.

En este contexto, las empresas fabricantes de bioestimulantes de plantas, o bioestimulantes agrícolas como mejor se le conoce a nivel agrícola, desarrollan nuevos productos catalogados según su origen en dos grandes grupos: los microbianos cuando estan compuestos por los microorganismos listados en la categoría de materiales componentes 7 (CMC 7). Por ejemplo, los Azotobacter, Hongos micorrízicos, Rhizobium spp. y Azospirillum; y los de origen no microbiano, cuyos componentes pueden pertenecer a cualquiera de las demás categorías mencionadas en el Anexo II del reglamento.

Estos bioestimulantes agrícolas son sustancias o microorganismos, aplicados adecuadamente a las plantas, contribuyen en la mejora de estas, en áreas como la absorción y asimilación de nutrientes, su tolerancia al estrés biótico o abiótico, mejorar alguna de sus características agronómicas, incluso mostrar una mayor resistencia a determinadas enfermedades. Y ello, independientemente del contenido en nutrientes de la sustancia bioestimulante en cuestión.

¿Qué sustancias participan en productos bioestimulantes?

Volviendo a las sustancias que pueden ser incluidas como bioestimulante agrícola, son muy diversos. Según Du Jardin, jefe de Biología Vegetal de la Facultad de Ciencias Agronómicas de Gembloux, y uno de los mayores expertos mundiales en bioestimulación, establece diferentes categorías de productos. Entre ellos, los ácidos húmicos y fúlvicos, las proteínas hidrolizadas y aminoácidos, los extractos de algas y plantas, el quitosano y otros biopolímeros, los compuestos inorgánicos y ciertos microorganismos como pueden ser los hongos y bacterias beneficiosas.

Entre los beneficios del uso de bioestimulantes para plantas, uno de los mayores es que son una solución natural. Con sus aplicaciones pueden mejorar el rendimiento de los cultivos sin introducir productos químicos nocivos en el medioambiente.

Otros son la contribución para mejorar las funciones de captación, asimilación y eficiencia de los nutrientes existentes en el suelo; su participación en la estimulación de los procesos naturales de las plantas; su influencia y favorecimiento de los procesos metabólicos más importantes de la planta, entre ellos la fotosíntesis, la síntesis de ácidos nucleicos o la absorción de iones; su ayuda a minimizar los procesos de descomposición de los fertilizantes, redundando en un ahorro de esfuerzo y energía en las plantas; también a que las plantas en cultivo superen determinados niveles de estrés abiótico y a recuperarse con más rapidez de los daños producidos por heladas, granizadas o plagas; o ayudar a mantener sinergias que contribuyan a optimizar la acción de fertilizantes y abonos, etc.

Por todo ello, los bioestimulantes agrícolas son productos de gran ayuda para conseguir las mejores cosechas y rentabilidad al agricultor, sin olvidar que son respetuosos para el medioambiente.

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