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Los bioestimulantes microbianos son productos específicos que basan su formulación en materias activas con base en microorganismos vivos o sus derivados. Mediante estos formulados, sus bacterias, hongos y otros microorganismos beneficiosos, interactúan de manera positiva con las plantas y el entorno del suelo.
Los bioestimulantes microbianos son productos que basan sus materias activas a base de microorganismos beneficiosos vivos o sus derivados (metabolitos, enzimas, etc.) que, aplicados a las semillas, las plantas en desarrollo o en el suelo, mejoran las características fisiológicas de las plantas y promueven su crecimiento, desarrollo y la productividad, sin aportar nutrientes.
A diferencia de los bioestimulantes no microbianos, que sí incrementan el contenido de nutrientes en el suelo, los bioestimulantes microbianos actúan a través de interacciones complejas (relaciones simbióticas o mutualistas) con la planta y su entorno.
Los productos bioestimulantes microbianos se pueden clasificar en diversos grupos según el tipo de microorganismo involucrado y sus funciones específicas como, por ejemplo, bacterias y hongos.
Un grupo lo componen las Rizobacterias Promotoras del Crecimiento Vegetal (RPCV), más conocidas como bacterias PGPR por sus siglas en inglés (Plant Growth Promoting Rhizobacteria). En él se incluyen un grupo heterogéneo de bacterias unicelulares y procariotas que colonizan las raíces de las plantas y establecen relaciones simbióticas beneficiosas. Ejemplos incluyen bacterias del género Pseudomonas spp., Bacillus spp., Rhizobium spp. y Azospirillum spp..
Otro grupo son las micorrizas, hongos que forman asociaciones simbióticas con las raíces de las plantas, mejorando la absorción de agua y nutrientes, especialmente fósforo. Los tipos comunes de micorrizas incluyen las micorrizas arbusculares (Glomeromycota) y las ectomicorrizas (Basidiomycota y Ascomycota).
Uno más el género Trichoderma spp., conocidos por su capacidad para colonizar las raíces y el suelo, compitiendo con patógenos por espacio y nutrientes. Además, algunas especies de Trichoderma spp. pueden producir enzimas que descomponen la materia orgánica y liberan nutrientes disponibles para las plantas.
También se encuentran el de las Bacterias Fijadoras de Nitrógeno (BFN), que incluye bacterias como Azotobacter spp., Clostridium spp. y Azospirillum spp. que tienen la capacidad de convertir el nitrógeno atmosférico en formas que las plantas pueden utilizar, reduciendo la necesidad de fertilizantes nitrogenados sintéticos.
O las bacterias antagonistas de patógenos, como las del género Bacillus spp. y Pseudomonas spp., producen antibióticos y compuestos antifúngicos que inhiben el crecimiento de patógenos del suelo, ayudando así a proteger las plantas de enfermedades.
Como hemos avanzado, a diferencia de los bioestimulantes no microbianos, los microbianos no actúan directamente sobre la planta, sino que establecen interacciones complejas con la planta y su entorno.
Algunos de sus mecanismos de acción incluyen la fijación de nitrógeno. Algunos microorganismos, como las bacterias del género Rhizobium spp., forman asociaciones simbióticas con las leguminosas y fijan nitrógeno atmosférico, haciéndolo disponible para las plantas. Otros grupos de bacterias asociados a la fijación de nitrógeno son Azotobacter spp,, Azospirillum spp., Gluconacetobacter diazotrophicus, por ejemplo.
Otros microorganismos actúan sobre la solubilización de fósforo, como las bacterias del género Pseudomonas spp., que producen enzimas que solubilizan el fósforo presente en el suelo, haciéndolo más accesible para las plantas. Otras bacetrias son Bacillus spp. y Pantoea spp.
Un mecanismo de acción más es la producción de hormonas vegetales (fitohormonas), como las bacterias del género Azospirillum spp., que producen auxinas y giberelinas, que estimulan el crecimiento y desarrollo de las plantas. Más grupos de bacterias incluidas en la producción de hormonas vegetales son Bacillus spp, y Pseudomonas spp.
Otro ejemplo es la mejora de la estructura del suelo. Algunos microorganismos, como los actinomicetos, producen sustancias que mejoran la estructura del suelo, aumentando la porosidad y la infiltración de agua.
La principal diferencia entre los bioestimulantes microbianos y los no microbianos radica en la naturaleza de los componentes activos y sus mecanismos de acción.
Los bioestimulantes microbianos están compuestos principalmente de microorganismos beneficiosos vivos, como bacterias, hongos, etc. o sus derivados (metabolitos, enzimas, etc.).
En su modo de acción, colonizan la rizosfera o el interior de las plantas y ejercen una acción beneficiosa a través de diversas interacciones. Respecto a su durabilidad y persistencia, es variable en el suelo, dependiendo de factores como las condiciones ambientales y la competencia con otros microorganismos.
Por lo tanto, los microbianos no actúan directamente sobre la planta, sino que establecen interacciones complejas con la planta y su entorno.
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